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martes, 29 de octubre de 2013

Método científico para dejar de fumar.



Sí, es verdad, me he dejado llevar por el marketing al titular esta entrada. En realidad no es un método científico. Bueno, a decir verdad, no es ni un método: es una forma de análisis, eso sí, científica de la realidad, lo que se llama un análisis fenomenológico.

Viene esto a cuento porque he encontrado por ahí un fichero de texto que hice hace ocho años y medio, cuando culminé mi último intento por dejar de fumar. Digo el último porque hubo varios empeños previos fallidos hasta llegar a aquél que fue el definitivo. Había leído entonces que para dejar de fumar había que hacer una lista de las ventajas e inconvenientes que tenía el hábito de fumar para mí.

En cuanto a las ventajas, casi se podría decir que se resumían en una: el fumar es un placer, genial, sensual; citando el conocido tango que cantaba Sarita Montiel. Este tango (que seguramente fue compuesto por encargo de las tabaqueras) nació en 1922 de la pluma del músico Juan Viladomat Masanas y del letrista Félix Garzo, (gracias Wikipedia), y ha ayudado a establecer la relación que siempre sentimos entre cigarrillos y placer. Ahora, pasados tantos años desde que dejé el hábito, aún recuerdo la satisfacción que me producía ver la cajetilla de tabaco encima de la mesa, con sus cigarrillos finos, bien emboquillados, y su envoltorio de cartón con hermosas ilustraciones. Entonces no traían aún esas advertencias sanitarias tan terribles que hoy traen. Esto ya lo sabía Karl Marx y lo llamaba: el sentido fetichista de la mercancía y formaba parte de su teoría de la alienación. Por desgracia, hace ya tiempo que dejamos de leer a Marx, tras el fracaso del comunismo, que no fue una responsabilidad de Marx si no de los criminales tiranos que lo crearon, pero lo terrible es que los expertos en marketing sí lo han seguido leyendo y han aprendido mucho de él. En realidad si analizamos el fenómeno del fumar podemos comprobar que, por sí mismo, tal hecho no es portador de placer. Cualquiera que no haya fumado nunca opinará que el sabor del tabaco es sencillamente asqueroso, que produce una sensación muy desagradable en la boca, como de masticar alquitrán, (que es lo que en realidad hacemos), y que hace daño en los bronquios, que realmente lo hace.
Entonces, ¿dónde está el placer? Sencillamente, en la adicción. Es el mismo mecanismo que hace que un heroinómano no deje de pincharse. Pero, además, la heroína como antes lo fue la morfina y antes el opio tiene la facultad de anular en el sistema nervioso todos los dolores, ya sean físicos, mentales, anímicos, etc. Su potencial es tremendo. Por eso los heroinómanos están tan delgados: teniendo heroína no comen, no sienten hambre, sólo deseos de consumir.
El tabaco no tiene esos efectos, el tabaco no produce ninguna de estas sensaciones tan potentes. Lo único que comparte el fumador con el heroinómano es una adicción tremenda. De ahí viene el placer de fumar: calma la adicción que previamente nos hemos creado y eso produce placer. Cuando aún no tenemos adicción el tabaco es sencillamente asqueroso. Cuando yo empezaba a fumar, las astutas empresas tabaqueras habían creado unos cigarrillos que tenían un cierto sabor mentolado y que producían una sensación que calmaba el desagradable tránsito del humo por nuestras vías respiratorias. 
El tabaco tiene un veneno natural, la nicotina, que genera la planta para defenderse de sus agresores. Para que los insectos no la devoren, ha generado esta sustancia, que los mata. Por eso, ante la bajada del consumo de tabaco, los estados han pensado, para compensar a los cultivadores, utilizarlo como plaguicida de la agricultura pero han tenido que prohibirlo porque estaba acabando con la población de abejas, dañando gravemente a la apicultura.  
Entonces, si es tan desagradable, ¿por qué fumábamos? Pues por una razón muy sencilla, porque habíamos visto fumar a los adultos, (se empieza a fumar siempre en la adolescencia), y eso nos parecía un signo de madurez y nos hacía parecer “personas interesantes”. Habíamos visto a Marlon Brandon fumando en Salvaje y a Audry Hepburn en Desayuno con diamantes, también a Ingrid Bergman, a Marlene Dietrich y los admirábamos a todos y admirábamos su imagen y el halo de glamour que desprendían.












Hay una última razón para seguir fumando, que es una consecuencia de las campañas anti tabaco: nuestro espíritu rebelde y libertario. Cuando dejé el tabaco el acoso al fumador estaba empezando, pero me servía de disculpa para seguir fumando: peor es la contaminación y nadie se preocupa de ponerle coto. Eso es cierto, pero aquí, en este contexto, se utiliza como disculpa para dar satisfacción al hábito. 

Si no eres consciente de que el tabaco es un engaño y de que no es una fuente verdadera de placer no dejarás nunca de fumar por mucho que te hablen del cáncer de pulmón. El miedo te hace rechazar el tabaco, pero siempre habrá un momento en que te engañes con cualquier disculpa, (un cigarrito no me puede hacer mucho mal, de algo hay que morir), y ya has caído otra vez en el hábito. Hay que tener claro que no quieres volver a fumar porque no te interesa, para que dejes efectivamente el hábito. Todo el que deja el hábito lo ha intentado varias veces, pero si lo tienes claro, al final lo dejas y además sin demasiados padecimientos.

Bueno no quiero cansar más al atribulado fumador aquí le dejo mi lista de ventajas e inconvenientes por si a alguien le sirve.

VENTAJAS.
- Es un placer (¿?)
- Me ayuda a compartir con la gente.

INCONVENIENTES
- Mancha los dientes de nicotina y alquitrán que luego cuesta muchísimo limpiar.
- Quemas las camisas y la ropa.  
- Molestas a la gente que te rodea.
- Ensucias los ceniceros, la vajilla y el cubo de la basura que  huele a rayos.
- Limita tu libertad. Estas atado a una dependencia muy grande. (1)
- También limita tu libertad porque te puedes ver obligado a dejar de fumar por una enfermedad. (2).
- Rebaja tu capacidad pulmonar y crea problemas para hacer deporte, subir escaleras, correr, etc.
- Rebaja tu estado físico en general, disminuye la capacidad sexual.
- Te impide saborear bien los alimentos y limita el goce de la comida.
- Te hace sentirte mal cada vez que vuelves a caer en el hábito, (3).
- Daña tu autoestima porque en el fondo eres consciente de que tu voluntad no es tan fuerte como para dejar el hábito.
- Hace subir la tensión arterial, perjudica todo el sistema circulatorio, facilita todo tipo de enfermedades circulatorias y cardíacas: infartos, ictus, trombos, etc.
- Está en el origen de muchos cánceres directamente relacionados: garganta, pulmón, vejiga; y es un factor de riesgo en todos los demás.

Además, desde que yo hice mi lista han aumentado los inconvenientes. 
- No te dejan fumar en casi ningún sitio.
- En lugar de ser un acto social se ha convertido en un hábito anti social.

1 Una vez, cuando fumaba tabaco negro estuve en un país donde no lo fumaban y estuve desesperado hasta que pasamos a otro donde vendían cigarrillos franceses Galois.
2 Mi mujer dejaba de fumar en los embarazos y lo pasaba muy mal.
3 por ejemplo todas las mañanas, después de que te acostaste diciendo que no volverías a fumar más.


martes, 22 de octubre de 2013

Nostalgias en PowerPoint


Todos esos compañeros de trabajo que han estado mandándonos esas “presentaciones” en PowerPoint que nos recordaban como éramos hace cincuenta años tienen que estar contentos: finalmente han triunfado. La nostalgia es un vicio nefando que ataca a todo tipo de seres humanos pero que por razones ideológicas hace verdaderos estragos en el ya estragado cerebro de los conservadores. Precisamente porque conservadores son aquellos humanos a los que les gusta conservar todo lo que no sirve para nada.
Toda esa gente que nos ha estado machacando el Hotmail, el Gmail o el Outlook, son los que ahora nos gobiernan, los que dirigen nuestra vida pública y los que manipulan nuestra vida privada llevando el espíritu del PowerPoint a todo lo que queda de nuestra vida cultural hoy casi reducida a un entertainment que no entretiene ya a nadie, de hecho: que aburre hasta a las piedras.
Todo el mundo recordará esas imágenes algo veladas que nos mostraban angelicales niños de los años 40, 50 y 60, sentados en un pupitre del colegio en el que reposaba un plumier, un cuaderno y un ejemplar de la enciclopedia Álvarez y que tenía al fondo el retrato del Caudillo, (el Generalísimo Franco), tal vez un calendario de Nitrato de Chile o de Explosivos Riotinto, (con cuadro de Julio Romero de Torres incluido), y un piadoso crucifijo. En esas presentaciones del PowerPoint, tras una música que sonaba como la sintonía de “Doña Elena Francis”, nos hablaban de todo lo que habíamos perdido dejando atrás tiempos tan cristianos como aquellos, lo que lógicamente tenía la intención de promover su recuperación urgente.
Pues bien esa recuperación se ha producido: ¡y cómo! Alcanzando a todos los hilos de la maraña cultual que se dirige desde las administraciones públicas. En la otrora magnífica radio nacional y en su canal clásico, hemos podido comprobar la transformación que se ha ido produciendo desde que los conservadores alcanzaron el poder del Estado, transformación que se resume en el eslogan chovinista y autárquico que tanto adora la nostalgia del nacionalismo  franquista: compra productos españoles. En efecto en esa cadena de radio, no hace mucho ejemplo de programación variada y de interesante oferta musical se ha producido una callada revolución nacionalista que sólo tiene una consigna: música española. Como quiera que la música culta es algo que en este país ha estado siempre superada por los pasodobles toreros, que aquí el público es más de verbena que de ópera y que la única música que escuchamos durante gran parte del siglo XX era la música militar, los sufridos programadores de la cadena llegan a extremos como el de tener que incluir a cantantes que hacen música popular que poco o nada tiene que ver con folclore alguno, tradición musical o recuperación de señas de identidad nacionales, por la gran dificultad que les supone tener que llenar el día de música inevitablemente española.
Esta avalancha nacional ha alcanzado su culmen, (hasta el momento en que escribo esta desesperada elegía), con la emisión anoche de uno de mis programas favoritos: un país para comérselo. Aquel programa que presentaban Imanol Arias, Juan Echanove y otros actores que ensuciaron su garganta con el grito infame de “no a la guerra” han sido sustituidos por la candidez alegre de una Ana Duato que no para de sonreír a todos los ciudadanos y ciudadanas de la provincia de Salamanca, pero que seguirá haciéndolo, (que nadie se preocupe), por toda la geografía nacional. Un programa que fue el reflejo de la mejor modernidad de este país, esa modernidad creativa, innovadora, cosmopolita y genial de autores como Juan Mari Arzak, Ferran Adriá, la familia de El Celler de Can Roca y tantos y tantos bodegueros arriesgados, innovadores creadores de industrias alimentarias, de una modernidad asentada en tradiciones propias pero capaz de venderse como la mejor cocina del mundo, esa modernidad, digo, ha quedado convertida en una mezcla de patio de colegio donde niños alborotados de los pueblos de España vociferan sin motivo a la pobre Ana Duato que no por eso pierde la sonrisa, mientras los “Coros y Danzas” locales, (todavía se llaman así), nos enseñan los bailes propios de la Salamanca Campera, al tiempo que el guion nos informa de que el traje “Charro” es el más completo traje folclórico de Europa. Nada más y nada menos.




Eso es lo que nos queda de aquella España que asombró al mundo. Y no ha hecho más que empezar. Imagínate como nos van a dejar las escuelas actuales estos fanáticos de la nostalgia. Terminaran separando a los niños por sexos, si es que quedan escuelas públicas, que algunas privadas ya lo hacen. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

De Madrid al cielo. (Corpore in sepultum)

El País del domingo glosaba muy bien “la decadencia de Madrid” y no la reflejaba en los fallidos intentos de la capital de organizar unos juegos olímpicos, se retrotraía al 9 de noviembre del año 1989, (el día en que cayó el muro de Berlín), y recordaba la escena en que Miles Davis, el trompetista de jazz americano, recibía esa noticia de manos de Javier Estrella, organizador del festival de jazz de Madrid. Ese concierto, ya lo hemos contado en “todas las músicas”, lo pudimos contemplar en directo y fue un momento inolvidable para todos los aficionados al género.  Viene esto a cuento porque este año, por primera vez desde los difíciles años ochenta, no va a haber festival de jazz en la capital de este atribulado país. Sí lo va a haber, y muy interesante, en Barcelona, incluso en pequeñas ciudades como la mía (Badajoz) va a haber un festival más que decente. Pero no en Madrid. En Madrid ya tuvieron toros. Esta derecha rancia y casposa debe haber pensado que no sólo van a conservar lo esencial, (el capitalismo especulativo, los privilegios de los poderosos, la división de la sociedad en clases), que es para lo que les pagan los que les pagan, o sea, los que les perdonan los créditos, sino que además quieren acabar con todo signo de modernidad, una modernidad que detestan: detestan cuanto ignoran; que decía Machado. De esta manera, Madrid tiene el privilegio de disfrutar de una completa feria de San Isidro, en la que los toros (y los toreros) son promocionados desde el canal cultural de la televisión pública (La 2) pero no así el jazz, que es una cosa de gente rara.
Esta derecha que tomó Madrid por medio de la corrupción de dos diputados tránsfugas y que está gobernada por personas que no fueron elegidas en las urnas: una alcaldesa que asumió el cargo cuando Ruiz Gallardón se fue para ser ministro de injusticia, (no creo que lo sea de la justicia, porque si no trabajaría por lo justo) y un presidente de la Comunidad, un tal González, que sustituyó a la lideresa cuando ésta decidió dar un paso atrás para coger impulso. Esta derecha, digo, ha convertido una capital que había sido hace mucho tiempo de “la movida” en capital del inmovilismo. La política cultural debe de estar dirigida por Rouco Varela desde la Almudena. Por cierto: ¡Cómo ha desaparecido de los medios la Jerarquía católica, apostólica y española desde que ganaron los suyos!  
Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Así que no solo nos rebajan los sueldos, nos suben los impuestos, nos quitan la sanidad, la educación pública y limitan el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, sino que nos quieren devolver a aquel Madrid que yo recuerdo en blanco y negro, de casas desconchadas y calles con baches: debe de haber una campaña municipal para recuperar el bache para la nostalgia, a veces mi coche salta despavorido y hace un ruido preocupante.
Esto es lo que nos va a quedar: libertad de mercado. Eso sí de mercado para ellos. Aquí nadie mercadea nada, sólo ellos.
¿Do fueron los famosos emprendedores?
¿Do fue el empleo? máxima preocupación del actual presidente cuando era candidato
¿Do fueron la cultura, la cohesión social, la convivencia, la educación?

Claro la culpa es de este pueblo que ocupa la cola de la fila de los países desarrollados de la OCDE en cuanto a desarrollo cultural. Dicen que los adultos españoles no entendemos bien un texto ni estamos capacitados para hacer cálculos: por eso Montoro sigue hablando en los medios.
Pero, ¿no nos han preguntado por cuestiones de fútbol? ¿Verdad?

Pues entonces… 

viernes, 4 de octubre de 2013

Así nos va.



¿Por qué no quieren la filosofía?

Precisamente por lo que dicen estos señores. Tienen toda la razón del mundo, pero es mejor que no lo sepa Wert, Botín y Rato. Les están dando razones para que cierren todas las facultades de filosofía. "Antes de obedecer hay que pensar". Eso no es lo que quieren. Lo que quieren es: "Antes de pensar hay que obedecer". ¿Acaso los banqueros quieren crítica y valores éticos, acaso los políticos quieren que la gente tenga autonomía personal? 
No podemos hacer caso a los banqueros y políticos. Pero tratar de convencerles... Mejor será combatirles. 

jueves, 3 de octubre de 2013

Una vieja fue a los baños: antagonistas.


Una vieja fue a los baños y tuvo para contar cien años. Eso me pasa a mi cada vez que hago un viaje al extranjero porque encuentro muchas cosas que me llaman la atención.

Habíamos tomado un bote de los que recorren el río Spree para los turistas porque se había presentado el día lluvioso. Estábamos instalándonos en nuestros asientos cuando apareció él bajando la escalera de entrada y hablando con la mujer que oficiaba de guía turística. Hablaban en alemán y español y me di cuenta de que a nosotros la mujer sólo nos había hablado en inglés. En ese momento no me percaté pero luego pensé que eso era coherente porque el hombre era mi antagonista. Se habla a veces de almas gemelas, de amantes o amigos que parecen espiritualmente mellizos, porque sienten lo mismo, piensan de la misma forma. No sé, recuerdo haber conocido a personas con las que he congeniado muy bien, pero no hasta el punto de sentirlas como almas gemelas. Con la gente coincido en porcentajes muy pequeños. Tengo amigos con los que coincido, digamos, en un 15%. Es decir, que su forma de pensar, su forma de sentir, sus valores, sus ideales, coinciden con los míos en ese porcentaje. Con el resto de la gente mi porcentaje de coincidencia es aún menor. La verdad es que soy algo raro, es cierto, pero me parece a mí que eso nos pasa un poco a todos. ¿O no? 
Si es difícil encontrar gente con la que coincides, es también difícil lo contrario: conocer a alguien que es tu reverso, que no se parece a ti en nada. Eso es lo que me pasó con este tipo, mi antagonista. En un principio nada hacía pensar que estuviera ante una figura tan controvertible. Al contrario, era un hombre de clase media, pero de la clase media de un país más pobre que aquel dónde estábamos. Una clase media que allí no podía pagarse muchas de las cosas que se paga sin apuros cualquier trabajador berlinés. Yo me sentía igual, de modo que la coincidencia entre nosotros parecía grande. “Soy argentino”, me dijo. Su acento le delataba, pero sólo si estabas atento. Hablaba muy despacio, exageradamente lento, por lo que apenas traslucía un acento claramente porteño. Esa lentitud, además, le permitía pensar las palabras para utilizar términos corrientes en el castellano de España, evitando esas palabras tan sonoras y originales que usan los argentinos. Pero la propia lentitud al expresarse ponía en evidencia que no era español. Le faltaba la expresividad a bote pronto, la sinceridad en las emociones, la simpatía propia de los latinos.
“Soy médico”, me dijo, trasluciendo una cierta tristeza, “pero mi afición es construir barquitos dentro de una botella”. Aquel tipo había venido de Argentina, haciendo un esfuerzo económico que el mismo definió como muy gravoso, (pues según decía, el cambio del peso por el euro era muy desfavorable); había cruzado el océano y estaba allí porque había venido a un congreso de constructores de barcos en botellas que se había celebrado en no sé qué ciudad del norte de Alemania limítrofe con Holanda, porque eso era lo que de verdad le gustaba hacer en la vida. Dios le había dado una vida y él lo que de verdad quería hacer con ella era construir barquitos dentro de una botella.
Siempre me he preguntado para qué sirve tratar de superar un reto tan estúpido. Me gustan los retos, eso es verdad, pero el reto de meter un barco en una botella en la que no cabe o mejor dicho de construir un barco dentro de una botella, (pues así me figuro que lo harán), me parece una pérdida de tiempo inmensa. Me imagino que lo montarán, por ejemplo, levantando los palos tirando desde fuera de la botella con un hilito para conseguir que el palo se yerga y desplegar después las velas de forma parecida. Luego habrá que soltar el hilito auxiliar que habíamos colocado y en cualquier momento de la faena se puede venir todo abajo y estropearte el trabajo de muchas horas. Yo para eso no sirvo. Seguramente mis lamentos, blasfemias, exabruptos y quejas se oirían en todo el vecindario si se me viniera abajo el dichoso barquito después de horas manipulándolo con tanta dificultad. ¡Construir barquitos en una botella! ¡solo tenemos una vida y la gasta en eso! No lo puedo comprender. Yo soy ingeniero y trabajo de funcionario, estoy licenciado en musicología y estudio filosofía, y todavía no sé lo que quiero ser de mayor, aunque no me falta mucho para cumplir los sesenta años. También me gusta la fotografía, la música, el arte en general, la literatura, la ornitología, soy micólogo aficionado, me gusta cocinar, viajar, subir montañas y recorrer bosques caminando o en bicicleta, me gustan muchas aplicaciones informáticas que me parecen interesantes, navegar por la red, me gusta el vino y la charla entre amigos… ¡Este tipo ha dejado a sus amigos, a su mujer y a su familia en Buenos Aires y se ha venido hasta el norte de Alemania para asistir a un congreso de gente que construye barquitos en una botella! ¿Cómo se llama ese arte?
Es una forma de ser. El tipo era un perfeccionista, yo soy “un chapuzas”. Hablando sobre los idiomas me dijo que había aprendido alemán de pequeño, en el colegio. Le hago una comparación entre el alemán y el inglés y me contesta que él no sabe inglés. En mi país nadie aprende alemán sin saber antes inglés. Supongo que será uno de esos argentinos de origen judío, de judíos emigrados de Alemania en los años treinta o antes. Los judíos ricos emigraban a Nueva York y los pobres a Buenos Aires. Le obligarían a aprender alemán porque la abuela apenas hablaba español, o algo así. El que sea judío no me produce ningún antagonismo. Los españoles llevamos todos sangre sefardita y yo no debo de ser una excepción, sino al contrario. El caso es que él aprendió el alemán correctamente: me dijo que la guía le había dicho que lo pronunciaba muy bien. Claro, es un perfeccionista. Yo le dije que hablaba inglés como lo hablamos la mayoría de los españoles, (o sea mal), que hablaba un poco de alemán, que había perdido el tiempo yendo a la Escuela Oficial de Idiomas para aprender rudimentos de ese idioma, que hablaba un poquito francés que aprendí en unas vacaciones escolares, que este año había estudiado griego clásico y no le dije que entendía bastante el portugués, el gallego y un poquito el catalán, porque sabía lo que iba a pensar: que era estúpido aprender tantos idiomas para no hablar bien ninguno.

A estas alturas creo que es fácil reconocer que el tipo y yo éramos completamente antagónicos. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Viaje a Berlín IV






VIERNES 20 de SEPTIEMBRE
No saciados de palacios en Potsdam, aun continuamos al día siguiente visitando el palacio de Charlottenburg en Berlín, después de habernos cambiado a un hotel cerca del aeropuerto previendo ya el final del viaje. Habíamos estado en sus jardines en un viaje anterior pero esta vez dedicamos la mañana a visitar su interior porque además llovía de nuevo. Es interesante el interior del palacio: pinturas, esculturas, instrumentos musicales, decoración barroca, lámparas de cristal, una capilla que tiene hasta un órgano e incluso una sala con miles de piezas de cerámica esmaltada. Después del recorrido vimos varias exposiciones de cuadros, de vajillas, platas y joyas, todo ello muy bien presentado. Un gran palacio para Sofía Carlota de Hannover, aficionada a la música, que tocaba el clavecín y fue amiga de Corelli, quien le dedicó sus famosas sonatas para violín solo op. 5 y también a la filosofía, siendo alumna de Leibnitz, quien le profesó un gran respeto intelectual. Su muerte a los 36 años dejó desolado a Federico I de Prusia que construyó en su honor el palacio y se retiró a él, a pesar de que entonces estaba a las afueras de la capital. 
Después de comer, tomamos un tren y nos fuimos al gran parque berlinés: al Tiergarten. Desde su extremo occidental paseamos por sus jardines, sus bosques y lagos, hasta que llegamos a la Columna de la Victoria, la Siegessäule, con la estatua dorada que lo corona, (que en nuestro viaje anterior no pudimos ver porque estaba en restauración), y los relieves que conmemoran las victorias sobre Napoleón.
Después nos dirigimos hacia el otro extremo: quería conocer la sala de la Filarmónica de Berlín, la Philharmonie. Allí está el Instituto Estatal de Musicología, el Museo de Instrumentos, la sala de música de cámara, (Kammermusiksaal), y por supuesto el gran edificio que aloja la orquesta y donde ésta da sus conciertos. Pero además de este conjunto musical estaba el Kulturforum que aloja museos y edificios culturales, como el Museo de Artes Aplicadas o de arte industrial, (Kunstgewerbemuseum), el Museo de Pinturas (Gemäldegalerie), La Nueva Galería Nacional (Neue Nationalgalerie), un edificio de Mies van der Rohe donde se exhiben las colecciones de arte del siglo XX, el Gabinete de Grabado, (Kupferstichkabinett), la Biblioteca de Arte (Kunstbibliothek), la Nueva Biblioteca del Estado (Neue Staatbibliothek), Instituto Ibero-americano (Ibero-Amerikanisches Institut), el Centro dedicado a la Ciencia (Wiessenschaftszentrum) y la iglesia de San Mateo (St. Matthäus Kirche), que siempre estuvo allí. En la librería de uno de los museos pude comprar un facsímil de un libro antiguo sobre la obra de Schinkel con grabados ilustrando sus edificios. En ese momento me hice el propósito de volver a Berlín con una entrada para la Filarmónica y entonces recorreré el Kulturforum con todas sus salas.  
Para despedirnos de Berlín tomamos unas cervezas en la Berliner Republik, nuestra cervecería favorita de la Schiffbauerdamm, junto a la estación del S-bahn de Friedrichstraße.



SABADO 21 de SEPTIEMBRE
Al contrario de lo que ocurre en la T4 de Barajas, al llegar al aeropuerto de Tegel hay un panel electrónico dónde te indica la zona a la que debes dirigirte según tu vuelo. De esta manera se descentraliza el tránsito del aeropuerto y no se producen esos espacios inmensos y anodinos que hay en el de Madrid. Todo queda cerca, como en un aeropuerto de una ciudad pequeña. Claro que no tiene el aspecto magnífico, grandilocuente, de la terminal que diseñó Richard Rogers: la T4 madrileña.

Al llegar a Barajas el termómetro marcaba 35 grados y la gente hablaba a voces en las cafeterías. 

martes, 1 de octubre de 2013

Viaje a Berlín III



MIERCOLES, 18 de SEPTIEMBRE.
Por fin conseguimos la auténtica Berliner Welcome Card (Museen Insleln), que nos permitía viajar durante tres días por Berlin, llegar hasta Potsdam y visitar los museos de la isla por 36 € cada una. Aprovechamos así el día porque las previsiones hablaban de lluvias intensas, como así fue casi todo el día.   
Empezamos por la mañana visitando el Neues Museum, con importantes muestras del Antiguo Egipto.
Ese día comimos en el Berliner Republik, donde solíamos ir a tomar la cerveza vespertina. Demasiada comida para la pausa de mediodía. El turismo es un trabajo duro y uno no puede hacer excesos hasta que la jornada se ha terminado.
Por la tarde empezamos con el Pergamon Museum donde pudimos ver el Altar de Zeus de la ciudad de Pergamo, una muestra del arte griego (siglo II a.C.) en la Magna Grecia (Turquía), la Portada del Mercado de Mileto (siglo II) y la Puerta de Istar de las murallas de Babilonia, (más algo de arte de Asiria, Sumeria y Babilonia), todos estos monumentos reconstruidos allí dentro del museo. Se trata de un conjunto que impresiona. Nos fijamos unos objetivos limitados y no visitamos los museos completos, lo que podría ser agotador y poco instructivo. Concrétamente en el de Pergamon nos centramos en estas tres salas y declinamos la invitación a visitar las salas del arte islámico que quedan para otra visita posterior. De esta manera siempre quedan cosas para la siguiente visita, pues sino podría uno llevarse la falsa sensación de que lo ha visto todo en la ciudad, cosa que es prácticamente imposible si no se queda uno a vivir allí una buena temporada.
No contentos con esto, aún nos quedó tiempo para una visita selectiva de la  Alte Nationalgalerie, centrándonos en la obra pictórica de Caspar David Friedrich, la del arquitecto Karl Friedrich Schinkel y Karl Blechen. También pudimos ver interesantes cuadros impresionistas, sobre todo de Manet y Monet, y poco más. Exhaustos llegamos a nuestra cervecería Go Gärtchen para disfrutar de unas Warsteiner de barril bien tiradas y una cena bien preparada, pues cada noche alguno del grupo ofrecía al resto una cena española. 




JUEVES 19 de SEPTIEMBRE

El jueves lo dedicamos a viajar a Potsdam con nuestros billetes de transporte y turismo. Al llegar a la estación nos quedamos mirando para todas partes sin saber a dónde ir y en seguida llegó una joven española que al ver nuestro despiste nos indicó el tranvía que llevaba al centro. Hay muchos españoles y latinoamericanos en Berlín. Algunos están con la beca Erasmus pero muchos otros se han buscado allí la vida y trabajan en la ciudad ante la falta de oportunidades existente en sus países de origen. El centro está nada más pasar el río, pero nosotros no nos dimos cuenta y seguimos en el tranvía. Tuvimos que volver.
Lo primero que llama la atención de Potsdam es el poco cuidado que tuvieron las autoridades (de la extinta RDA) con el patrimonio histórico. Junto a la gran iglesia Nikolaikirche se construyó un centro que parece haber sido educativo aunque hoy está sin uso que casi se adosaba a esta. Tras una visita rápida a la iglesia (reconstruida) y a la plaza del mercado, pasamos por la plaza de la Reunificación, (reunificación que, por cierto, se celebra pasado mañana día 3 de octubre), para llegar al barrio holandés, con sus características casas al estilo de los Países Bajos. Llegando a la iglesia de San Pedro y San Pablo se coge el eje de la calle Brandenburger Straße que termina en la torre del mismo nombre, también centrada en el eje de la misma. Toda la calle, peatonal, está rehabilitada y tiene mucha animación comercial y turística. Atravesándola se puso a llover, de modo que nos metimos en un Kebab turco a comer algo mientras amainaba. La calle Schopenhauer está llena de palacios y lleva enseguida a los jardines palaciegos. Dentro de los jardines, en un cruce de caminos, hay una gran fuente rodeada de hermosas estatuas, la Große Fontäne, y a la derecha está la escalinata que asciende el Belvedere cuya cima está ocupada por el famoso palacio barroco de Sanssouci. Los jardines están tapados por unas carpinterías acristaladas que los protegen del frío, lo que les permite cultivar higueras, vides y otras plantas mediterráneas o de climas cálidos. El palacio, en cuyo diseño influyó el propio Kaiser Federico II El Grande, está incluido en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y es un magnífico ejemplo de estas construcciones en Alemania. Además del palacio existe un pabellón construido con una estructura de malla metálica que alberga la reproducción de la escutura “Betenden Knaben“ (el niño que reza), y un patio posterior que tiene dos columnatas que forman un semicírculo que encierra la cour d’honneur, el patio donde se recibía a los invitados en sus coches de caballos. Los jardines tienen un recorrido de varios kilómetros que incluye una casa china, un capricho romántico con esculturas doradas de figuras orientales y diseño falsamente chino, unos baños romanos, igualmente falsos aunque muy hermosos que incluyen un pequeño templo clásico, y sobre todo el palacio Charlottenhof, una auténtica maravilla del arquitecto berlinés Karl Schinkel, un palacete neoclásico de comedido diseño y de una gran belleza y bajo cuyos soportales nos tuvimos que resguardar de la lluvia que volvió a aparecer. Al palacio nuevo (Neues Palais) no llegamos por falta de fuerzas para seguir andando.

Al regresar a Berlín nos acercamos al Berliner Dom, la catedral protestante, que recorrimos por dentro, aunque lo que más me llamó la atención fueron sus magníficas fachadas llenas de estatuas, cúpulas doradas y columnas neoclásicas. Al salir pude fotografiarla a pleno sol, cosa que, hasta entonces, no había podido hacer.