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martes, 19 de agosto de 2014

Madrigal (la de las altas torres).




Se podría pensar en Madrigalde las Altas Torres, (el pueblo abulense limítrofe con las provincias de Salamanca y Valladolid), como en una metáfora de este país, con sus pros y sus contras, sus luces y sus sombras. Hagamos un tránsito de la sombra a la luz.

El pueblo tiene una estructura productiva claramente rural, con base en la agricultura y ganadería, (30,3% de trabajadores en el sector según el estudio de Caja España/Caja Duero de 2012), poco empleo industrial, un tercio del empleo en servicios y, en la época del estudio, un gran peso de la construcción. Cuando la media de paro del país era del 13 %, Madrigal ya padecía un desempleo del 20,9 % en 2011. De todo ello suponemos una mala distribución de la tierra que estaría en el origen del nivel de paro.

Este pueblo con problemas de empleo, como tantos otros del país, fue la cuna de Isabel la Católica que nació aquí en 1451 en un palacio gótico-mudejar que pasaría a ser después convento, actualmente Monasterio de Nuestra Señora de Gracia. Sin embargo, el magnífico patrimonio histórico y cultural de Madrigal presenta carencias asombrosas.

El Convento Agustino de Extramuros es una magnífica construcción de estilo herreriano, que parece ser obra de Nicolás de Vergara el Mozo, que trabajó en la catedral de Toledo. Allí murió el más famoso poeta agustino: Fray Luis de León. El Convento tenía una iglesia renacentista de sólidos muros de ladrillo y un magnífico claustro renacentista, ejemplo de diseño riguroso y bello, que fue conocido como “El Escorial de Castilla”. Pues bien, esta magnífica construcción, ya sin uso, fue enajenada cuando la llamada “Desamortización de Mendizabal”, en la que muchos monumentos y edificios religiosos fueron adquiridos por burgueses adinerados y pasaron así a manos privadas. Como el edificio era enajenado para el mejor aprovechamiento del adquiriente, uno de los herederos decidió en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo desmontar sus fábricas de ladrillo para vender los ladrillos macizos “de tejar” a sus paisanos para su uso en la construcción de viviendas y otros edificios de la localidad. A resultas de tal empresa se desmontaron las bóvedas que cubrían la iglesia del convento y se sustituyó la antigua cubierta por una infame cubrición de chapas sobre unas ligeras cerchas, todo ello en acero galvanizado. Del resto del convento no quedó casi nada en pie. Sólo parte del muro que mira al pueblo ha quedado como testigo de su anterior esplendor. Un muro donde se aprecian las magníficas construcciones que allí existieron y las suntuosas fábricas de ladrillo macizo que lo cerraban.

Pero no terminan aquí los problemas que padece el patrimonio histórico de la localidad. La iglesia de Santa María del Castillo, es una construcción románico mudejar del siglo XIII con ampliaciones posteriores que, a pesar de haber sido declarada Bien de Interés Cultural, precisaría de bastantes trabajos de restauración. Empezando sin duda por la consolidación de sus estructuras y cimientos, pues aunque algún técnico de la administración haya achacado las múltiples fisuras en sus muros a las diferencias de temperatura que se producen entre el interior calefactado y el exterior expuesto a los fríos del invierno abulense podría más bien  pensarse que los problemas que presenta se deben a que la iglesia está construida sobre un promontorio, cuyo origen desconocemos, pero en el que no se aprecia la existencia de rocas, ya que estamos en una tierra donde no aparece la piedra, (lo que se pone de manifiesto en el uso reiterado del ladrillo en la construcción).

Cuando se construyó el Parador Nacional de Madrigal, se decidió crear un edificio nuevo en lugar de restaurar alguno de los existentes, lo que hubiera permitido destinar el dinero dispuesto a tal efecto, (al mismo tiempo que se mejoraba la oferta turística), a la recuperación del patrimonio local. Sin embargo, en el pueblo, algunas personas con mejor criterio propusieron la restauración de algún edificio de interés histórico-artístico, para lo cual algunos de los madrigaleños más preocupados por la conservación de su patrimonio histórico llegaron a entrevistarse en Madrid con el Ministro de Información y Turismo D. Manuel Fraga Iribarne.

Uno imagina un cambio en el rumbo seguido por Madrigal en aquellos años con la aparición de un grupo de personas que anteponía su amor por su pueblo a sus propios intereses particulares. Personas que entendían que había que tomar conciencia de la difícil situación del pueblo y había que actuar en consecuencia.

Hoy día, Madrigal cuenta con una Asociación de amigos de Madrigal, definida como madrigaleños en defensa de su patrimonio cultural y natural, y a través de esta iniciativa y otras el pueblo de Madrigal se ha implicado directamente en la defensa de su patrimonio. Luchan por conseguir fondos para restaurar la iglesia de Santa María del Castillo, para reconstruir y restaurar el Convento extramuros y apoyan todas las acciones encaminadas a la defensa de la villa de Madrigal.

La iglesia de San Nicolás es un claro ejemplo del trabajo que se ha realizado en el pueblo a instancias de los vecinos que han promovido, financiado y exigido fondos a la administración hasta conseguir que la iglesia brille hoy día en todo su esplendor, con su artesonado de madera magnífico, bien restaurado, igual que el altar del siglo XVIII o el ábside románico y con sus muchas obras de arte, igualmente restauradas, expuestas a la contemplación de sus vecinos y visitantes.

El Monasterio de Nuestra Señora de Gracia, Palacio Real de Juan II y Casa Natal de Isabel la Católica es un magnífico edificio que parece tener su origen en el siglo XIII y que está restaurado en buena medida. Se puede visitar el Convento de Clausura para admirar el magnífico claustro, las dependencias conventuales  y numerosas obras de arte.

La apelación en su nombre a las altas torres se debe a los numerosos lienzos de muralla y a las muchas puertas conservados en la localidad.

Pero además de los monumentos conservados, en Madrigal se puede contemplar muestras de construcciones de estilo neomudejar, edificaciones pintorescas de estilo rural y alguna sorpresa, como la casa modernista de la plaza de San Nicolás, 3 entre otras.

Alojarse en algún centro de turismo rural, disfrutar de las buenas carnes de ternera avileña, asados de cordero lechal o cochinillo, bien regados con los caldos de la zona, como los blancos de rueda verdejos y los tintos de la Ribera del Duero, al tiempo que se disfruta de la conversación y amabilidad de sus vecinos: ¿se puede pedir más?

Pues eso.


Hospital de la Purísima Concepción


Monasterio de Nuestra Señora de Gracia


Iglesia de San Nicolás de Bari


Interior de San Nicolás


vivienda en Plaza de San Nicolás, 3


Convento Agustino de Extramuros

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