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martes, 9 de febrero de 2016

Títeres y tarambanas.

No creo que nadie, de entre los que se rompen la camisa y critican los títeres de Madrid, vayan a hacer nunca nada parecido a una actividad artística, teatral o narrativa, en general. No creo. Pero yo les diría que tuvieran cuidado con tanto alabar las leyes antigualla, no sea que un día de estos se lleven preso con las manos atadas por delante a un hijo, a un amigo o alguien muy próximo a ellos. Mira lo que ha pasado con las leyes contra el “blanqueo de dinero” que se hicieron para acabar con la financiación de ETA, (es legal aún decir ETA sin que te acusen de enaltecimiento del terrorismo), y ha resultado que el Partido Popular va a quedar disuelto en el asunto del  blanqueo de capitales, de momento en el País Valencià y mañana no sabemos hasta dónde pueden llegar las cosas. De todo esto de los títeres, no sé si los que critican la obra de teatro se dan cuenta de que han ingresado en prisión incondicional sin fianza dos españoles cuyo único delito es dedicarse al mundo de los títeres.

Se podrá decir que con el dolor de las víctimas no se juega y todo eso que dicen los que estuvieron años negociando con el Movimiento de Liberación Vasco, como los llamaba un expresidente español. De acuerdo, el dolor de las víctimas está por encima de cualquier consideración. Creo que en esto estamos de acuerdo. Pero, de la misma manera, estaremos de acuerdo en que esto de los títeres siempre ha sido así. Es algo tan conocido que la Wikipedia dice de los títeres de cachiporra: “El argumento, sencillo, atávico e infantil, suele tener como desenlace, como en muchas historias de los títeres tradicionales, una buena paliza, varias persecuciones a garrotazo limpio y un gran cachiporrazo final que deja K.O al malo de turno”. Hasta aquí nada polémico. Otra cosa es lo que cada uno considere como “malo de turno”, pero eso, señores, cae dentro de la libertad de expresión de cada cual. Yo por todo eso no soy, precisamente, un fanático de este tipo de dramaturgia. Los títeres son así. Llevan siglos siendo así y, hasta ahora, a nadie habían metido en la cárcel por ello.

Cualquier observador imparcial puede darse cuenta de que en todas estas polémicas hay una intención clara de hacer la vida imposible a la pobre Manuela Carmena. ¿Alguien recuerda la portada de LA RAZÓN diciendo que la alcaldesa de Madrid había arrancado una flor en sus vacaciones andaluzas que era una especie protegida? Que la Junta de Andalucía contestara al día siguiente diciendo que esa flor no era una especie protegida no tuvo la menor incidencia en el debate: la imagen de la regente del consistorio ya había sido deteriorada con una estupidez que asombraría a cualquiera que tuviera un resquicio de inteligencia entre sus odios. 

Cualquiera que observe lo que está pasando me tiene que dar la razón si tiene en cuenta que:
   1º La obra se estrenó en Granada, donde el ayuntamiento es del P.P. y nadie la prohibió.
   2º Esta compañía ya había trabajado en Madrid contratada por la anterior alcaldesa Ana Botella.

¿A qué viene tanto revuelo y por qué las duras consecuencias que ha tenido para los autores de esta bufonada de carnaval?
Si nos van a quitar la libertad de expresión se van a encontrar con la decidida oposición de una parte importante de la población, pero los miserables que trabajan para sacar rédito político a esta comedia, (me refiero a la prensa militante de la derecha y a los oportunistas de todo signo), conseguirán lo que se merecen: el olvido general de un país inteligente y decidido a vivir su libertad.


¡Viva el carnaval! 

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