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miércoles, 26 de abril de 2017

Sobre la Soledad.

   La soledad es una situación muy difícil de soportar. No porque en sí sea un gran problema, al contrario, es una situación en principio agradable, el problema viene cuando en un país como éste te tienes que enfrentar a la vida sin nadie que te apoye. Este es un país de clientelismos, donde todo el mundo se apoya en el grupo para conseguir sus objetivos. Se dice que somos individualistas, nada más lejos de la realidad, podremos ser egoístas pero nunca individualistas. Individualistas son los anglosajones, los germánicos, los nórdicos, nosotros jamás. Nosotros somos gente de tribu, gente de familia.
   Recientemente estamos viendo ejemplos muy claros de lo que solemos hacer los españoles para que el grupo nos acepte. Y voy a poner un ejemplo muy claro de español, me refiero al cantante y poeta Lluis Llach, que no debe de vender muchos discos últimamente, porque, en realidad, no los vende casi nadie. Reconozco que me divierte poner como prototipo de español a un poeta catalán que se gana ahora la vida militando en Junts pel Sí y ocupando cargos a costa del administrado, pero es que a uno, con la que está cayendo, no le quedan muchas situaciones divertidas.
   El poeta cantante del que afirma la Wikipedia literalmente: “Como pianista, demuestra un sólido conocimiento de la tradición europea de canción culta desde Schubert a Hahn con toques de Satie (Nounou) y sus contemporáneos catalanes como Mompou y Manuel Blancafort (A la taverna del mar).” Este prodigio musical y literario se retiró de la creación en 2007 y ahora se tiene que ganar la vida como puede, pero para ello, se ha enganchado a un carro ganador, al menos en su tierra. Un poeta nunca debe dejar la poesía, debe de morir con las botas puestas, o al menos con las pantuflas de escribir poesías, porque si no te verás como don Lluis ocupando los trabajos más rastreros que jamás hubiera imaginado su poética imaginación. “La Generalitat sancionará a los funcionarios que no acaten la ley de desconexión”, dice ahora el que escribiera esa canción himno antifranquista que fue la L'estaca, que hasta Pablo Iglesias manda poner en sus mítines. Son obligaciones familiares. Qué le vamos a hacer.
   Que le pregunten si no a Carlos Herrera. El Sr. Herrera fue un joven que quiso vivir de la profesión de periodista, que era una cosa que le encantaba, pero, claro, esta profesión no se puede hacer en solitario, tienes que hacerlo arropado por una familia y Carlos Herrera no encontró otra mejor que la C.O.P.E., ¡coño! la familia de las familias, la original: la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. No está mal. Pero para disfrutar de sus prebendas, (le han dicho que le van a dar un programa en la 13TV que es una cadena que también es de la Iglesia), le encargan misiones como por ejemplo convertirse en el mayor defensor de Mariano Rajoy, hoy presidente del gobierno, tomorrow never knows. A su novia la han colocado en el Gobierno de la Nación con un buen sueldillo y posibilidades de meter la mano.  
   ¿Y si no tienes a nadie que te ayude un poquito qué podría pasar? No lo sé, pregúntale a Albert Pla que va por libre y no se casa con nadie.  

lunes, 24 de abril de 2017

Lentejas en Francia: el banquero antisistema y la fascista simpática.

   En mi infancia, (los mayores volvemos mucho a la infancia), a la mayoría de los niños no nos gustaba comer los platos de lentejas que nos ponían en casa para comer. Era un plato poco atractivo, con esa masa de cositas de color marrón oscuro, con un caldo que era una pasta licuada y un poco de chacinas que me parece a mí que no venían a cuento. El colmo era que tu madre le echara cebolla y te la encontraras cocida en trozos grandes que producían arcadas de vómito.
   Hoy día es uno de mis platos favoritos, especialmente si están preparadas sin carne y acompañadas de hortalizas, (cebolla, pimiento verde y zanahoria pasados por la batidora y aliñado todo con un poco de pimentón). El truco está en el hecho de echar las hortalizas en trozos grandes para luego poder cogerlas con una cuchara y meterlas en el vaso de la batidora, y, además, dejarlas un poco caldosas para que no se tornen pastosas. 
   En aquellos días en que rechazábamos con gran inquina esa legumbre, nos contaban en clase (de religión) la historia de Jacob que, según el Libro del Génesis, compró a su hermano Esaú su primogenitura, (con todos los privilegios que conlleva tal cosa en el mundo rural) ¡por un plato de lentejas! Dice el Antiguo Testamento que Jacob era de carácter templado y estudioso. Parece ser, entonces, que Esaú era todo lo contrario, un impaciente y un gran ignorante, además de un mal inversor. A veces pasan estas cosas: que cada hermano se lleva una parte de la herencia genética.
   Recuerdo que cuando estudiábamos (religión) nos costaba mucho entender estas cosas. Pero más aún nos costaba entender otras como la inmaculada concepción; dificultad que resolvíamos aprendiéndonos de memoria un larguísimo texto escrito por el obispo de Roma que había redactado el Catecismo Católico. Pero de todas las dificultades, la mayor, sin lugar a dudas, era entender la Santísima Trinidad, que afirma la existencia de “tres personas distintas y un solo Dios verdadero”. En el colegio de los padres agustinos donde estudié, había, por entonces, frailes jóvenes que, por ser muy dialogantes, (veníamos del mayo del 68), pretendían explicarnos el “misterio”, sin que nadie lograra jamás superar tal dificultad. Pero había otros frailes mayores, más engarzados en la tradición eclesiástica que nos decían: “¿entender?, ¿entender? Aquí no hay nada que entender, es una cuestión de fe y nada más. Hay que creerlo porque así lo afirma la Santa Madre Iglesia.”    
   Y hétenos aquí. Una generación conocida como “mayores de cincuenta y cinco años” en las encuestas sociológicas, que se ha educado en la aceptación acrítica de la ortodoxia. Es un mecanismo mental aprendido. El problema es que se trata de una generación que tiene ciertas dificultades para entender el mundo, sobre todo, porque acepta una cierta renuncia a entender las cosas y haciendo caso a aquellos frailes, cuando se les plantea una cuestión escuchan aún aquello de: “¿entender?, ¿entender? Aquí no hay nada que entender, es una cuestión de fe y nada más".
   En Francia ha habido elecciones presidenciales y han salido elegidos dos candidatos. Uno, es el que el escritor Enric Bonet llama, haciéndose merecedor del premio al “oxímoron del año”, el “banquero antisistema”. El otro es el candidato de la extrema derecha, la candidata Marine Le Pen, la hija menor de Jean-Marie Le Pen, una especie de “fascista simpática”.
   Gracias al artículo de Enric Bonet nos enteramos de que mi tocayo Emmanuel Macron, estudió filosofía en Nanterre, siendo, nada menos que, asistente de Paul Ricoeur. ¡Estos franceses! Al menos tienen la virtud de sorprendernos. En España tal cosa sería imposible. El personaje es bien simpático. Nos cuenta Bonet que con diecisiete años se enamoró de su profesora, veinticuatro años mayor que él, casada y con tres hijos; y que con veintinueve se casó con ella. Este tipo tan simpático fue elegido por ese socialista terminal que fue François Hollande para dirigir el Ministerio de Economía. Allí aplicó las leyes del liberalismo y promovió una rebaja fiscal de 40.000 millones de euros a las empresas, liberalizó los horarios comerciales y promovió una reforma laboral que, según dice Bonet, “negoció con la patronal la introducción de una cláusula que facilitara el despido por motivos económicos”. ¡Vaya!, en España ya habíamos hecho todo eso sin necesidad de estudiar con Paul Ricoeur. Este ultraliberal ha enamorado a la derecha gaullista y a la izquierda ficticia del P.S.F. Dice Bonet que en Francia les encantaría encontrar un personaje centrista capaz de salvar la Patria. Los franceses, como católicos que son, anhelan un salvador como De Gaulle o Napoleón. Suspiran con que este banquero de la Casa Rosthschild, (un linaje de banqueros judíos que dominan las finanzas mundiales desde el siglo XVIII), libere a la patria de los males que la acechan. ¡Qué tengan suerte en el intento! La van a necesitar.
   Pero los franceses tienen otra opción: la candidata de la extrema derecha, la niña mimada de Jean-Marie Le Pen, Marine. Analizaremos, con nuestra habitual falta de rigor, las posiciones políticas de la nueva “Juana de Arco” a través de una entrevista que concedió a París-Match en 2010 y que cita la Wikipedia, (ya haremos una pequeña donación a Jimmy Wales, como nos tiene solicitado). Entre estas medidas hay algunas que, realmente no suenan mal:
- La posibilidad de los ciudadanos de recurrir a la Iniciativa legislativa popular (Referéndum).
- Un referéndum por el abandono del euro.       
- Respecto al aborto, declaró para la revista France Inter “Yo dije muy claramente que no estaba por la derogación de la Ley Veil", ley que ya establece un sistema de plazos para poder abortar. Pero añade a continuación: Aboga además por establecer medidas que permitan que las mujeres que no deseen abortar pero que no puedan ocuparse del nascitur puedan dejarlo en adopción, evitando así la muerte del no-nato. Esto puede servir para enmascarar un robo de bebés legalizado.
- En política exterior aboga por sacar a Francia de la OTAN, de la que dice no saber su utilidad puesto que la "URSS ya no existe, y las naciones occidentales no se ven amenazadas por las que en su día firmaron el pacto de Varsovia". Eso es obvio.
- También se opone a la existencia misma del FMI, el Banco Mundial y la OMC por considerarlo una "máquina infernal al servicio de la ideología ultraliberal". Totalmente de acuerdo.
- En su opinión, Francia debe negociar en forma conjunta una "salida agrupada" del euro. Esta salida debería tener lugar en el mismo momento en que lo hicieran otros países europeos (como Irlanda, Grecia, Italia, España, Portugal y Bélgica), que están sufriendo a causa de la moneda única, aunque dice que en el momento en el que salga Francia de la zona euro, ésta "ya no podrá seguir existiendo".

   Personalmente estoy de acuerdo con todo esto, Le Pen hace una lectura correcta de los problemas por los que atravesamos todos, tanto Francia como España y el resto de Europa. Ahora bien, en su caso lo que pretende con todo esto es afianzar la imagen de Francia frente a una Europa Unida. Su nacionalismo está escondido en estas opciones que pueden parecer tan razonables. Nosotros podemos estar a favor de “otra Europa” diferente de la que han institucionalizado los bancos, los especuladores y los ladrones de cuello duro; pero ella no está a favor de ninguna Europa (sólo lo estaría a favor de una Europa bajo el dominio absoluto francés).
   Pero veamos cómo lleva las cosas a su terreno. Si habla de Iniciativa legislativa popular es para proponer a continuación:
-Un referéndum para que los franceses elijan entre la cadena perpetua "real", es decir, sin posibilidad de anulación, y la pena de muerte, con el objetivo de restablecer una gradación de las penas en el sistema judicial.
-Controlar las fronteras mediante el abandono de Schengen.
-Restablecer un "proteccionismo inteligente" con el objetivo de contrarrestar el "dumping socio-económico-ambiental" ejercido por algunas naciones emergentes, en los que los trabajadores no gozan de cobertura sanitaria, educativa, laboral, y en el que generalmente no existen medidas de protección medioambiental. Marine Le Pen aduce que no es justo ni legítimo poner en competencia desleal a un trabajador francés que cobra un salario mínimo superior a 1000 euros y un trabajador que cobre 20 euros al mes.

   Son las tesis fascistas de que los problemas son culpa de los pobres y los más débiles y que hay que acabar con ellos.
   Que un trabajador cobre 20 euros es una “competencia desleal”, de manera que la culpa no es de las empresas europeas, ni de las empresas locales de los terceros países, la culpa es del trabajador que realiza una “competencia desleal”. Goebels no se habría atrevido a llegar tan lejos. En todo caso, cerramos fronteras y que ellos se sigan muriendo en sus países que no es culpa nuestra. Nosotros sólo nos llevamos sus materias primas, les imponemos nuestras normas que incluyen nuestros créditos, les obligamos a producir lo que a nosotros nos interesa y luego, si tienen problemas, que los resuelvan ellos, que no estamos para hacer caridad. Su mensaje es más ultraliberal que ninguno, lo que pasa es que lo disfraza para ganar elecciones.
   Derrotados los gaullistas y hundido el P.S.F. en el 6% de los votos, había otras opciones, estaba la “Francia insumisa” de Melenchon, un progresista de izquierdas y ecologista. ¡Cáspita! habría sido una buena elección, de hecho, es el político mejor valorado de Francia, pero claro, no es un político ortodoxo. Nos gustan los políticos ortodoxos: los que nos roban todos los días.
   Pues esto es lo que tienen los franceses ante sí: lentejas, que si quieren las toman y si no las dejan. Yo pienso que han vendido su dignidad por un plato de ellas. Un mal negocio. No lo entiendo. 

“¿Entender?, ¿entender? Aquí no hay nada que entender, es una cuestión de fe y nada más". 

miércoles, 5 de abril de 2017

IBEX 35, UNA HISTORIA HERÉTICA DEL PODER EN ESPAÑA, DE RUBEN JUSTE.

El libro de Ruben Juste es un inventario de sucesos conocidos en el ámbito de la economía española desde la transición. En verdad, es un índice del que se puede empezar a tirar para esclarecer un poco las cosas en este ámbito. Yo creo que la mayor parte de lo que se publica en él ya se ha publicado en la prensa diaria, tampoco es que nos descubra muchas cosas que estuvieran ocultas, lo que hace es ponerlas ahí para que nos hagamos una idea de cómo funcionan las grandes empresas patrias.

Tal vez lo que más me ha sorprendido, por desconocimiento propio, es lo “vendida” que está la economía española. Estos patriotas del P.P., estos defensores de las esencias patrias, (defensa que llega hasta cosas tan casposas como el nacional-catolicismo o el franquismo), son los que han vendido la mitad de la economía que estaba en manos españolas a inversores extranjeros, en concreto americanos del norte. Esa operación dirigida por nuestro ministro de economía, Luis de Guindos, es lo más significativo de las consecuencias que ha tenido la crisis. Les hemos entregado la parte del león de nuestra economía. Recordamos ahora cómo le decían los alemanes a los griegos: vale, si estáis en bancarrota, vendernos vuestras islas del Egeo.  

Era de esperar, ¿por qué iban a poner si no al director de Lehman Brothers en Europa como ministro de economía? Uno de los responsables de la crisis económica que nos hundió en la miseria, según parece “ad eternum”, es el elegido para sacar adelante nuestra economía patria. Ahora vemos que no iba a colaborar en rescatar nuestra economía sino la “econosuya”. Naturalmente. Tal vez, si hablamos con propiedad no deberíamos usar la expresión “nuestro ministro de economía”, sino la de “su ministro de economía”. “Su” de ellos, de los americanos del norte.

Los que no somos expertos en economía, (ni en sociología, ni en nada), adoptamos una visión simplista de los problemas. Pero a veces esa visión simplista ayuda a comprender la realidad, junto con trabajos como los de Juste, por supuesto, que son los que aportan los datos. Personalmente, comparto la expresión de que la economía española se basa en un “capitalismo de amiguetes”. Así, con diminutivo informal.

En España, podemos decir con Max Weber, que el capitalismo es algo que no ha calado nunca en nuestra mentalidad, (sólo el capitalismo de amiguetes). Según el sociólogo, son virtudes protestantes, (ellos dicen evangélicas): la profesionalidad, la racionalidad, la austeridad, el ascetismo y, en base a sus creencias religiosas, el enriquecimiento como señal de predestinación a la salvación eterna. Aquí no creemos mucho en todas esas cosas. Nuestra relación con el poder está basada en los postulados de la Iglesia Católica a la que hemos pertenecido en exclusiva. El poder en la Iglesia Católica se concentraba en las redes clientelares, (una herencia de la Roma imperial), y en el nepotismo, (una palabra italiana que viene de la Roma católica).  Ahí está la raíz del “capitalismo de amiguetes”.

¿Qué es lo primero que tiene que hacer un padre que quiere ver triunfar a su hijo convertido en millonario? ¿Meterle en un equipo de fútbol? Bueno…, sí; pero también, llevarlo a la iglesia, que estudie en un colegio religioso. Eso lo saben todos los padres en España, (y supongo que también en Italia, en Irlanda o en la Argentina). La base de esto reside en un hecho irrefutable: aunque un alto ejecutivo pueda llegar a ganar doscientas veces nuestro sueldo, en el fondo los seres humanos tenemos, todos, unas capacidades muy parecidas. De manera que si tú “estás ahí” y tienes algo de talento, es fácil que seas elegido para un cargo adecuado a tus ambiciones.  

Por eso, en España, lo más importante para triunfar es estar ahí. Rubén Juste nos cuenta cómo han estado ahí los hombres del rey emérito (Colón de Carvajal y los Albertos), los de la UCD (Martín Villa y Abril Martorell), los del PSOE de Felipe (Carlos Solchaga y Miguel Boyer), los del P.P. de Aznar (Rato, Blesa y Alierta), los de Zapatero (Miguel Sebastián) y, finalmente, los de Rajoy (los inversores americanos de BlackRock).

Estos grupos que se convierten en poderosos, son los que controlan el país. La trama formada por empresarios, políticos con puertas giratorias, medios de comunicación (en manos de empresarios y políticos), y funcionarios corruptibles, son la quita esencia de lo que antes se llamó, por mal nombre, “la casta”.  Esta trama toma nuestro dinero, (a partir de los bancos y cajas de ahorro), y se enriquece con ello cobrando sueldos astronómicos por pertenecer a la directiva de las empresas poderosas, mientras nosotros pagamos la luz, el agua y las telecomunicaciones más caras de Europa, nuestros sueldos están congelados permanentemente (en la práctica disminuyen), y nuestro estado del bienestar, que nunca llegó a ser completo, está cada día más escuchimizado. Sin mencionar los millones de parados y los millones de subempleados que no pueden salir de esa situación.

Todo esto no tiene nada que ver con el capitalismo, (más bien parece relacionado con la mafia siciliana). Capitalismo es lo que hacen los pequeños empresarios, los autónomos, los pequeños comerciantes, los profesionales liberales, que arriesgan su dinero todos los días y ponen su trabajo y su esfuerzo para crear empleo y hacer economía de verdad. Ahí sí hay emprendedores, pero están tan machacados que apenas pueden salir adelante.

Todos los males que nos acucian vienen de estas grandes empresas que manejan los hilos del poder y se nos ocurre pensar que si ese poder estuviera en manos públicas, bajo control democrático de verdad, si al tiempo descentralizáramos el mundo económico y nuestra sociedad, tal vez podríamos empezar a vivir bien, con los inmensos recursos y los magníficos medios de que se dispone, y que hoy día está en manos de ese famoso 1% de la humanidad.